Un duro cuestionamiento a la hegemonía del dólar resultó la Declaración Final del grupo de países emergentes formado por Brasil, Rusia, India y China (BRIC), que se reunió, por primera vez, el 16 de Junio en Ekaterinburgo, Rusia. La referida Declaración, reclamó una mayor “diversificación” del sistema de divisas mundial.
El BRIC no es el resultado de la geografía o la historia, como la Unión Europea o el NAFTA, sino una idea del inglés Jim O’Neill del Grupo Goldman Sachs. Éste inventó la sigla, en septiembre de 2001, como producto de un estudio destinado proyectar el potencial de las principales economías emergentes hacia el 2050.
La proyección de O’Neill reunió, en un mismo grupo, a países cuya unidad no va más allá de sus intereses específicos.
Carecen de un espacio, una historia, una cultura, un sistema político o una moneda común, pero identifican al dólar como un instrumento monetario sin respaldo e insuficiente para denominar todas las transacciones del comercio mundial.
Un interés por jugar un rol más importante en la geopolítica mundial y confirmar el éxito de sus proyectos originales disputando la hegemonía económica a las potencias del G7.
¿Por qué el éxito mediático de esta comunidad?
Porque el auge del BRIC es parte de la tendencia de fondo de la economía mundial de los últimos 15 años.
En 2005, por primera vez desde la Revolución Industrial (1780), más de la mitad del PBI mundial correspondió a los países emergentes. En los cinco años previos a la crisis (2003-2008) esos países fueron responsables del 80% del crecimiento de la economía global.
En conjunto, los BRIC ocupan el 25% de la superficie continental del planeta, producen más del 15% del PBI mundial y, en términos de habitantes, reúnen el 41,6 % de la población del mundo.
¿Dónde radica su potencial?
En términos económicos se estima que China, primera población mundial, sobrepasará el PBI de los EE.UU. para el 2050. Hecho que cobra mayor relevancia con la actual crisis financiera, que relativiza el liderazgo de los EE. UU. como polo indiscutido de la economía mundial.
Rusia, el mayor país en términos territoriales, acentúa su liderazgo sobre Europa Central y del Este, enfrentando la influencia estadounidense en la región. Desde el año pasado viene marcando una creciente presencia en Sudamérica, con una activa política exterior.
La India, segunda población mundial, no sólo cuenta con tecnología nuclear sino que, además, apostó a formar y radicar mano de obra calificada que le permite ser hoy el principal exportador de tecnología en el mundo.

Países del BRIC, 25% de la superficie continental
Brasil es el quinto país más poblado del mundo y ocupa el mismo puesto en términos territoriales, pero a diferencia de sus tres pares, no es –por ahora- una potencia nuclear, mientras que –al igual que India- tampoco cuenta con un asiento en el Consejo de Seguridad de la ONU. Ninguna de esas metas parece tan lejana o imposible para Brasil.
Para el Gobierno de Lula da Silva, más que el G8-G5 o el G20 de los que Brasil forma parte, su proyección internacional, el ámbito elegido para posicionarse como un jugador global, es el BRIC.
En estos días el Canciller brasileño, Celso Amorim, manifestó “el G8 ya murió, no representa más nada”; y agregó: “los BRIC tienen un mayor efecto en la economía mundial que muchos de los que están en el G8”.
Junto a Itamaraty, la política en el BRIC se planifica dentro de la Secretaría de Asuntos Estratégicos, un organismo reado durante el segundo mandato de Lula da Silva, que depende directamente de la Presidencia. El hombre que la conduce es Mangabeira Unger, un intelectual brasileño que fue Profesor de Barack Obama, en sus años de Harvard.
Hoy, tiene a su cargo la coordinación de Brasil en el ámbito de los BRIC siendo, naturalmente, su mayor impulsor y quien aboga permanentemente por la institucionalización del Grupo.
Precisamente, la institucionalización del BRIC es el gran desafío que comienza a enfrentarse a partir de Ekaterinburgo.
Para ello resulta fundamental que las cuatro potencias emergentes adopten posiciones comunes respecto de la agenda mundial y lleguen a negociar un bloque dentro de las distintas instancias multilaterales.
El hecho de que se sienten a discutir los temas más importantes de la agenda mundial al margen de los Estados Unidos y del Grupo de los 7, es un dato de gran significado político que expresaría una homogénea vocación de poder del BRIC, dentro de la heterogeneidad política, social y cultural de los países que lo componen.
El 16 de Junio de 2009 nació el BRIC en Ekaterinburgo. De forma paradojal, la proyección de Goldman Sachs, quien predijo que esos cuatro países dominarán la economía mundial en el próximo medio siglo, va camino de cumplirse.
La declaración final que emitieron dice textualmente:
“Creemos muy necesario tener un sistema de divisas estable, de fácil pronóstico y más diversificado” (Wall Street Journal, 16/6/09). En lenguaje diplomático, igual que la Organización de Cooperación de Shangai (OCS), insistieron en reformar el sistema financiero internacional y reemplazar al dólar por una moneda alternativa.
El crecimiento económico de los BRIC es evidente. En una década duplicaron su participación en el producto mundial: pasó del 7,5% en los 90 a más del 15% en 2008 (Financial Times, 15/6/09). Se acentúa el contraste entre la declinación de las economías del G7 y la emergente de los grandes países latinoamericanos y euroasiáticos. Los perfiles de la deuda pública de unos y otros así lo muestra: la de EE. UU. asciende al 80% del PBI, la de Italia a más del 100%, la de Japón al 199%. Del otro lado se encuentran, entre otros,
Brasil 45%, Indonesia 34%, Corea del Sur 38%, China 18% y Rusia, apenas, 6% (Global Research, 10/6/09).